Antonio Gea da voz al silencio femenino con su colección en mármol de Carrara contra el maltrato a la mujer

En un diálogo silencioso entre la dureza del mármol y la fragilidad de la experiencia humana, el artista Antonio Gea Pérez presenta su más reciente creación: “Voces de Mármol”, una serie escultórica que transforma bloques de mármol de Carrara en potentes símbolos de denuncia y esperanza frente al maltrato a la mujer. Esta colección, compuesta por cuatro piezas únicas, nace de un proceso creativo que ha durado más de tres años, y propone una reflexión estética y social que busca sacudir conciencias y generar conversación.

El arte como canal para visibilizar lo que no debe callarse

Gea Volumetric Art, el proyecto que respalda esta iniciativa, ha apostado por un lenguaje visual que no esquiva la crudeza de los temas que aborda. Las esculturas fueron esculpidas y pulidas a mano, en un esfuerzo deliberado por dotarlas de intimidad y presencia. Cada una representa un estado emocional distinto: manipulación, silencio forzado, invisibilidad y empoderamiento. En conjunto, trazan un relato de transformación y resistencia.

La elección del mármol de Carrara no es casual. Esta piedra, venerada desde la antigüedad por su blancura y nobleza, encierra en sus vetas la memoria del tiempo. Ahora, Antonio Gea la convierte en portavoz de las historias de miles de mujeres que, a lo largo de la historia, han sido silenciadas, ignoradas o reducidas al margen.

Cuatro voces esculpidas para ocupar un espacio necesario en lo público

Cada pieza, de 30 x 40 x 10 cm, está pensada para exhibirse en espacios donde su mensaje pueda dialogar con la sociedad: instituciones, museos, centros culturales o lugares que promuevan la igualdad. El precio de salida de la colección de las 4 obras aún no lo ha dado a conocer el autor, pero fuentes cercanas lo estiman muy por encima de los 30.000€.

Con “Voces de Mármol”, Antonio Gea Pérez no solo entrega una obra plástica, sino una declaración. El mármol se convierte en lenguaje, en resistencia y en puente. Una invitación a sentir, pensar y reconocer que, mientras existan historias que duelen, el arte tiene el deber de alzar la voz.