Cuadernos del Laberinto y su colección de literatura de diplomáticos acercan a la Europa de 1933

Acaba de llegar a las librerías de toda Españaa, el libro Memoria del curso en el extranjero de los aspirantes a la Carrera Diplomática, editado por Cuadernos de Laberinto en colaboración con la Asociación de Diplomáticos Españoles en su colección La Valija Diplomática. Estas memorias describen el viaje de estudios realizado por los componentes de la llamada «Promoción de la República» entre los meses de julio a octubre de 1933.

El libro es una crónica que en su momento escribió el joven Guillermo Nadal Blanes —entonces con 22 años— y que ha estado oculto durante casi un siglo hasta que, el también embajador, Juan Manuel López Nadal, descubrió entre los papeles de su tío y decidió publicarlo.

La narración describe el recorrido por Checoslovaquia, Alemania, la entonces «Ciudad Libre» de Danzig, y Polonia. Hay que recordar que en aquel momento Centroeuropa trataba de asumir la llegada al poder en Berlín, todavía muy reciente, de Adolf Hitler y de su partido nazi (NSDAP).

Tras un breve recorrido turístico por Austria y Hungría, los aspirantes regresaron a Ginebra donde asistieron a la Sesión Plenaria de la Asamblea de la Sociedad de Naciones.

El viaje centroeuropeo de los jóvenes expedicionarios —y de manera particular las dos semanas y media de su etapa alemana— les dejaría hondas impresiones. El autor también relata las conferencias impartidas por los más prestigiosos académicos y especialistas internacionales de la época: Max Huber, James-Paul Goldschmidt, Paul Guggenheim, José Castillejo, Julián Nogueira o Jean Piaget, entre otros.

Noventa años después de escribirse esta memoria, cuando el espectro de la guerra regresa y las democracias vuelven a sentirse amenazadas por discursos de odio y de xenofobia, la lectura de esta memoria reviste un interés muy especial. Hay que tomar buena nota de esta tremenda página de la historia, para que nunca jamás se vuelva a repetir.

—¿Cómo fue el hallazgo del manuscrito?

—Mi hermano Gonçal, hizo un rastreo de los papeles, cartas y escritos de nuestro difunto tío Guillermo Nadal, en nuestra casa de “Son Comparet”, en Mallorca, y encontró una carpeta con 75 páginas mecanografiadas. Me di cuenta del valor histórico de este documento, y son esas mismas páginas las que se transcriben en el libro.

—Aparte de las memorias de su tío, es usted el autor del prólogo, la introducción y las notas a pie de página. Sin duda, todo el libro es un homenaje a su tío, Guillermo Nadal, que marcó en gran medida su carrera. Háblenos sobre la vida de este diplomático.

—Por supuesto. Mi prólogo es un homenaje a la persona de mi tío, que fue también mi padrino y mi maestro. Él quiso que yo siguiese su profesión de diplomático, a lo que yo me negué mientras vivió. Pero dos años después de su muerte, en agosto de 1976, pensé que posiblemente tenía razón; hice las oposiciones e ingresé en abril de 1980.

Guillermo Nadal Blanes fue un gran humanista, apasionado por la vida, la historia, la literatura, la música, el deporte y la cultura en general. Tal como explico en el prólogo tuvo una extensa y brillante carrera, con puestos en Suiza, Gran Bretaña, Alemania y Puerto Rico. Pero su destino más especial fue la India, donde fue embajador y que dejó una huella muy profunda en su vida y en su visión del mundo. Al dejar la India, en 1975, fue nombrado embajador en Turquía, donde apenas estuvo poco más de un año, ya que contrajo un tumor cerebral y falleció en agosto de 1976.

Guillermo fue un ser vital y apasionado, un verdadero hombre del Renacimiento. Tenía un carácter muy especial, a veces duro, pero siempre abierto, generoso y positivo.

—¿Cómo fue el paso por Alemania en un momento histórico tan especial, justo antes de la II Guerra Mundial?

—El autor de la memoria describe los días pasados en Alemania por el grupo de aspirantes españoles a la carrera diplomática entre los días 19 de agosto y el 7 de septiembre de 1933 (páginas 104 a 124 del libro): hay que recordar que Hitler y su partido nazi (NSDAP) habían tomado el poder el 30 de enero del mismo año, por lo que el nuevo régimen estaba entonces en sus comienzos. Pasarían todavía seis años más hasta el comienzo en 1939 de la Segunda Guerra Mundial. 

Guillermo Nadal —y supongo que también sus compañeros— quedaron muy impresionados por el ambiente triunfalista e hipernacionalista que encontraron. En varios puntos de su relato el autor expresa su inquietud —y a veces su desagrado— ante lo que vieron durante esos días, y algunas de sus frases recogen el temor, a modo de premonición, de la catástrofe que el nazismo acabaría provocando para Europa y para la propia Alemania. 

— En este mismo viaje es destacable que también se encontraban como alumnos Francisco García Lorca (hermano del poeta Federico); y Margarita Salaverría Galarraga (la primera mujer diplomática española). Cuéntenos más sobre estos dos personajes y sobre el resto de la promoción.

—En este punto quisiera hacer referencia al libro del historiador andaluz Miguel Caballero Francisco García Lorca y el viaje por España y Europa; la promoción republicana a la carrera diplomática de 1933, publicado en 2017 por la editorial Carpe Diem. Este libro ha sido de gran ayuda para la edición de la memoria de mi tío Guillermo Nadal, y quiero reiterar mi agradecimiento a su autor por su colaboración en este empeño.

En efecto, Francisco García Lorca —hermano de Federico, el gran poeta asesinado por los franquistas a comienzos de la guerra civil española— fue uno de los 27 aspirantes a la carrera diplomática que tomaron parte en los viajes de estudios en España y a Europa en el año 1933. También formó parte del grupo la que sería la primera mujer diplomática española, Margarita Salaverria Galarraga, que más adelante se casó con su compañero de promoción Jaime Argüelles Armada.

En su memoria Guillermo Nadal alude con frecuencia a muchos de sus compañeros, lo que me ha llevado a investigar sobre la vida y trayectoria profesional de ellos para preparar las correspondientes notas a pie de página. Creo interesante destacar cómo la Guerra Civil que asoló España entre los años 1936 y 1939 dividió —como en tantos otros casos — a los componentes de la promoción de 1933. Unos pocos entre ellos se mantendrían fieles al Gobierno legítimo de la República, entre ellos figuran el propio Francisco García Lorca, José Rovira Armengol, Luis Tobío Fernández y Salvador Téllez Molina. Todos ellos morirían en el exilio. Los demás se incorporarían al servicio diplomático con el nuevo régimen franquista en 1939.

En el apéndice del libro figura la relación de los veintisiete aspirantes que participaron en el viaje a Europa.

—El libro se ha publicado con la Asociación de Diplomáticos Españoles, en su colección La Valija Diplomática y ha contado con la colaboración de María Venegas Grau, que se ha implicado personalmente en la búsqueda de documentación. ¿Cómo ha sido este trabajo de edición y recuperación de estas memorias, patrimonio y recuerdo de un momento histórico tan crucial?

—Una experiencia personal tan grata como apasionante. La edición de esta memoria me ha llevado a “bucear” en la vida y la carrera de mi tío Guillermo Nadal, que tanto influyó en las mías; a descubrir las variadas personalidades y destinos de los que fueron sus compañeros y a conocer interesantes detalles de lo que fueron la ilusionante experiencia de la Segunda República española —brutalmente asesinada por sus adversarios—; y la Europa de los años 30 del pasado siglo, un momento tan crucial en la común historia de nuestros pueblos y que tendría tan trágicas secuelas.  

Creo que este libro puede ser un valioso instrumento para que conozcamos esa página crucial de historia y aprendamos las lecciones que de ella se derivan para que nunca vuelvan a dominar entre nosotros el fascismo, el totalitarismo y el culto al odio y a la violencia.

Debo también manifestar mi gratitud a los compañeros responsables de la colección La Valija Diplomática que han colaborado para hacer realidad este proyecto: Javier Rupérez, Ramón Gandarias, Paloma Serra y —sobre todo— María Venegas, que ha dedicado muchos esfuerzos y mucha paciencia aportándome una preciosa ayuda sin la cual este libro nunca hubiese podido ser publicado.

—Háblenos sobre la edición de este libro al catalán, ya que Guillermo Nadal sentía una gran pasión por la cultura y la literatura catalana. Incluso llegó a publicar una antología en 1972 (Catorze Sonets i una Cançó). Además es destacable la labor de traductor de poetas alemanes y rusos.

—Sí, con mi hermano Gonçal López Nadal, profesor de Historia Económica en la Universitat de les Illes Balears, tenemos el propósito de traducir al catalán y publicar en dicha lengua —que fue la propia de tío Guillermo y también es la nuestra—una edición de esta memoria.

Como bien dicen, Guillermo Nadal hizo algunos pinitos como poeta en lengua catalana, pero en el ámbito literario trabajó especialmente en el área de la traducción, vertiendo al catalán obras de importantes autores alemanes (Rainer Maria Rilke, Thomas Mann, Gottfried Benn…), y rusos (Pushkin, Maiakovski, Anna Ajmátova…).

Guillermo Nadal fue siempre un gran defensor de la lengua catalana, incluso en los tiempos más duros del franquismo, y mantuvo correspondencia y amistad con escritores catalanes, valencianos y mallorquines, como Josep Carrner, Joan Fuster; Jaume Vidal Alcover y otros muchos. 

—Igual que Guillermo Nadal Blanes, usted también ha sido diplomático. ¿Qué diferencias encuentra entre el servicio público de la época de su tío a la que le ha tocado vivir? Háblenos de su propia carrera como embajador de España.

—Por supuesto que ha cambiado muchísimo, como tantas cosas a lo largo de casi un siglo. Recuerden que mi tío Guillermo y sus compañeros ingresan en la Carrera Diplomática en 1933; yo mismo lo hice en 1980, y ahora mismo estamos en 2023.

Respecto a mi propia carrera he desempeñado puestos diplomáticos y consulares sucesivamente en China (Pekín), Indonesia (Yakarta), Túnez, India (Nueva Delhi), Bangkok (Tailandia), Lisboa (Portugal), Kabul (Afganistán) y Copenhague (Dinamarca); entre los años 2004 y 2009 fui embajador en Tailandia, Laos, Camboya y Birmania con residencia en Bangkok, luego en el Ministerio Embajador en Misión Especial para Asuntos Multilaterales Asiáticos, y finalmente Cónsul General en Hong Kong y en Estrasburgo, donde me jubilé hace algo más de cinco años. 

Como se puede advertir, mi carrera ha tenido una gran coloración asiática, y es que la verdad, desde que mi tío Guillermo me llevó unos meses a la India cuando tenía 16 años, y luego con mi primer puesto en Pekín, siempre me he sentido fascinado por el mundo asiático, su extraordinaria riqueza y diversidad cultural y sus estilos de vida. Asia me ha enseñado muchísimo, y aún ahora viajo cuando puedo pongo rumbo en dirección al Oriente —mañana mismo me iré a pasar un mes en Tailandia, al que considero mi segundo país.

Creo que los cambios —que por supuesto se dieron entre el ingreso de mi tío en la carrera y el mío propio (1933-1980) se aceleraron todavía más a lo largo de mi propia carrera (1980-2018), y muy probablemente aún más en los cinco años que llevo de jubilado.

En el ámbito global la revolución tecnológica de finales del siglo XX y comienzos del XXI ha sido sin duda el factor esencial de muchos de estos cambios, lo que en el ámbito de la diplomacia ha tenido también sus consecuencias. 

Dos cambios muy importantes en la diplomacia española han sido su democratización y su feminización. La carrera diplomática española se ha abierto a la sociedad y ha dejado de ser un coto cerrado de clases privilegiadas y de familias endogámicas con apellidos compuestos. Eso ha contribuido a cambiar imágenes y estereotipos que asociaban tradicionalmente a la diplomacia con la frivolidad, la alta sociedad y el privilegio.

Otro factor que, junto con el anterior, ha contribuido a transformar y modernizar nuestra diplomacia ha sido la incorporación cada vez mayor y más intensa de las mujeres a nuestra profesión. Hemos recordado a Margarita Salaverría como pionera y símbolo de la apertura al feminismo que representó el período republicano. Durante el franquismo fueron muy pocas las que se atrevieron a desafiar el machismo y la mentalidad patriarcal que dominaron en aquella época tan siniestra. Con la transición y la recuperación de la democracia fue aumentando lentamente el número de mujeres que optaron por la profesión diplomática, pero aún en los tiempos de mi ingreso en el servicio, en 1980, el número de diplomáticas era todavía muy escaso. En mi propia promoción, los veinticinco que ingresamos fuimos todos hombres.

El verdadero cambio se dio a partir de los años 90, y sobre todo con la entrada del nuevo siglo, que ha conducido a la intensificación del número de mujeres en la carrera, hasta el punto de que en las últimas promociones han llegado a ser mayoría

Y finalmente la revolución tecnológica que facilita la inmediatez de las comunicaciones hace que ahora los principales dirigentes políticos internacionales se comuniquen de manera frecuente y directa, lo que puede haber reducido de algún modo el papel tradicional de intermediación de los profesionales de la diplomacia. 

Creo, sin embargo, que, pese a todo ello, esta carrera sigue teniendo mucho sentido, pues forma a especialistas que siguen teniendo como finalidad la de acercar a los pueblos, aumentar la comprensión recíproca y privilegiar el diálogo y el entendimiento sobre el conflicto y la guerra.

Y para terminar quisiera animar a los chicos ya las chicas jóvenes que quieran descubrir el mundo y que deseen ampliar su campo de visión que consideren la opción profesional de la diplomacia, sea en la carrera diplomática española, en el servicio exterior de la Unión Europea o en las Naciones Unidas y sus múltiples organismos multilaterales.